El reciente libro de Carlos Ahumada y las acusaciones de Miguel de la Madrid (de las cuales luego se retractó) deben haber molestado mucho al ex Presidente Carlos Salinas de Gortari (gobernante de México entre 1988 y 1994).
Así lo estimaba por ejemplo Carlos Loret de Mola en esta columna, en el mismo periódico en donde el ex vocero de Salinas y prominente catedrático de la Ibero, José Carreño Carlón, desestimaba el valor de las afirmaciones de Ahumada.
Y es que la imagen ha sido siempre una de las más grandes preocupaciones de Salinas, como lo ha mostrado desde que estaba en el Poder y tuvo un eficiente sistema de Comunicación y Propaganda.
La imagen de Salinas era siempre muy cuidada y se logró que el Presidente tuviera una buena reputación en el extranjero mientras se aprobaba el TLC, y que en México todos conocieran hasta el cansancio su plan de Solidaridad, a través de soundtracks con artistas de moda y spots llamativos (que muchos recuerdan hasta hoy).
Ya después de la Presidencia, el ex Mandatario se ha esmerado en refutar una y otra vez informaciones que le afectan, a través de entrevistas, desplegados, huelgas de hambre, libros y apariciones estratégicamente planeadas.
Incluso ha logrado meter varias frases suyas como “El error de diciembre” y “Política ficción” en el lenguaje popular mexicano, gracias a estrategias de comunicación efectistas.
No obstante, la imagen de “maquiavélico” y “malvado” parece persistir sobre él, y hasta cierto punto, pareciera que eso no le molestara, ya que tal vez le genera constantes oportunidades de padrinazgos y alianzas políticas.
Aun así, con todas sus estrategias, la pregunta es si algún día la población mexicana volverá a tener confianza en él como para permitirle otro “Vuelo del Águila” o si ya se resignó a ser sólo un poder detrás de otros poderes.
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