Las campañas del Voto Nulo surtieron efecto y los votos anulados en la elección legislativa de ayer en México alcanzaron una cifra récord de más de 5.6% a nivel nacional y de alrededor de 10% en la capital del país.
Estos números dan la razón a los analistas que estimaban que este movimiento, que había cobrado fuerza en Internet y había sido discutido en medios, sí tendría eco, a diferencia de otros que hasta ayer decían que fracasaría.
También indicarían que ese porcentaje de la votación no hizo caso a los llamados para votar por una opción registrada que había hecho el IFE, prácticamente todos los partidos, el Consejo Coordinador Empresarial y la Iglesia Católica.
El Presidente Calderón hizo referencia al tema admitiendo en su discurso de anoche de balance de la jornada electoral que hay que cerrar la brecha entre la política y la ciudadanía.
Lo que ahora comienza es la guerra por “interpretar” el Voto Nulo a favor de ciertas agendas e intereses.
Esta disputa se reflejó desde la misma campaña entre los grupos que promovían esta opción.
Fue el caso de la iniciativa Basta10! promovida por el analista cercano a TV Azteca, Jaime Sánchez Susarrey, quien ponía como una de las demandas específicamente el anular el artículo 41 de la Constitución, el que más molestó a las empresas de televisión en la pasada Reforma Electoral.
La opinión es coincidente con académicos como Leo Zuckerman, quien participó ayer en Grupo Imagen, Televisa Radio y Televisa televisión e interpretó que el Voto Nulo mostró en concreto la molestia de la gente con la Reforma Electoral.
En contraste, otros académicos como Denise Dreser y Sergio Aguayo, quienes tuvieron un notorio papel de liderazgo entre los promotores del Voto Nulo se han desmarcado de esas posturas, afirmando que la alianza de los políticos con los poderés fácticos, como las televisoras, era también un factor para ejercer el Voto Nulo.
Habrá que ver, cuál es la “lectura” del Voto Nulo que se logra “imponer” en la “percepción pública” por parte de sus diversos impulsores o beneficiados. Ojalá que aquí los ciudadanos tampoco queden al margen.
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