EL MENSAJE DE LA FAMILIA MERCADO DE SALTILLO

RESUMEN:
  • Impacto nacional por muerte de estudiantes
  • Impactó también la actitud de la familia
  • El país necesita esperanza
  • La barbarie amenaza con deshumanizarnos

La muerte a balazos de dos jóvenes estudiantes dentro de su propio campus universitario, en una balacera entre soldados y presuntos delincuentes, impactó fuertemente al país la semana pasada.

Se trataba, como es sabido, de Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Arredondo Verdugo, estudiantes de excelencia que cursaban un postgrado en el Tecnológico de Monterrey, en esa ciudad.

Dentro de la consternación e indignación que causó el hecho, algo que sin embargo sorprendió mucho también fueron la actitud y declaraciones de la familia de uno de los fallecidos, la de Jorge Mercado.

Con una templanza admirable, la madre de Jorge, la señora Rosa Elvia Mercado expresó su dolor con un tono tan sereno y lleno de fortaleza interior, que el propio Gobierno debió haberlo agradecido.

“Reconozco el trabajo del Presidente que está tratando de combatir la delincuencia, pero yo creo que no es la manera de combatirla, no es la manera porque se están llevando mucha gente inocente. Yo sé que no es el primero pero sí quiero que sea el último”.

La señora Elvia incluso tuvo la serenidad para analizar el problema y ser propositiva en la manera en qué debe afrontarse el gran problema de inseguridad que azota a la Nación:

"No estoy en contra de combatir la delincuencia, ya que nos afecta a todos (…) lo que yo pudiera decir es que cambiaran las estrategias, que hicieran un análisis de cómo están las cosas, que pusieran a personas preparadas para combatir estas cosas, así como va, va a llegar un momento en que la delincuencia va a dominar todo” .

“Lo que sí le pediría al Ejército, estando consciente de que ellos hacen su trabajo para combatir a la delincuencia, pues que lo hicieran con más cuidado, que tuvieran más precaución para no afectar a terceras personas, a gente inocente que no tiene nada qué ver.”

Ella expresó que cree que su hijo fue no sólo asesinado sino después despojado de sus pertenencias y también golpeado. Y sin embargo, aún así, mantuvo su tono de prudencia, de serenidad.

Las palabras de la madre de este estudiante asesinado sorprenden porque donde muchos esperarían (y entenderían) encontrar tal vez odio y rencor, ella más bien expresó comprensión, paciencia, esperanza.

Quizás, la explicación de todo esto se deba a que la familia del mismo Jorge (incluyendo al mismo Jorge, según sus testimonios) parece tener puesta su esperanza en alguien mucho más arriba que los gobernantes: en Dios.

De hecho, si para las autoridades no hubo un reproche con sed de venganza, para su Dios, la familia Mercado lo que tuvo fue incluso agradecimiento y alabanza, aun en medio de su lamentable tragedia.

"Gracias a Dios por permitirme ser madre, por permitirme cumplir mi misión de educar a mi hijo por tu camino, gracias, Dios. Sabemos que si tú lo tienes allá es por muchos propósitos y te pedimos que nos ilumines para que cumplan los propósitos y no sea en vano la muerte de mi hijo", dijo por ejemplo la señora Elvia en su funeral.

En un sentido similar, Ruth, la novia de Jorge, y creyente también como él y su familia de la fe cristiana expresó así su certeza de que Dios actúa aun en medio de estas desgracias:

"Yo no lo podía creer, él era mi futuro esposo. Pero Dios ya tenía un plan maravilloso, él quiso que así fuera y yo estoy tranquila".

Ambas, además, confiaron en que Jorge está en el cielo con Dios, tal como lo dicta precisamente la creencia de su fe cristiana, sobre lo que sucede cuando alguien pone su fe en Jesucristo y éste lo salva de todos sus pecados:

“Mi tesoro, yo sé que ahorita estás muy contento, estás con tu Señor, el que te dio la salvación y el que permitió que tuviéramos este amor tan grande entre nosotros”, dijo, por ejemplo su novia, con quien Jorge se casaría en dos años.

En la violencia y temor que vive el país, encontrar una fe así en momentos como éste, se vuelve impactante. Es como ver una niña extenderle una flor a los soldados que avanzan hacia ella en un tanque de guerra, es como ver un oasis en medio del oscuro desierto.

Y vaya que si nuestro país necesita un mensaje de esperanza, una esperanza que contagie.

Cuando el año pasado el Presidente Calderón habló del “caldo de cultivo” que hacía que los jóvenes cayeran en las adicciones de las drogas, mencionó la falta de fe y confianza que la juventud tiene en las instituciones.

“La familia… la economía… la escuela”, mencionó Calderón. Nosotros podríamos agregar también por supuesto “el Gobierno, la Policía, las iglesias, los partidos”.

Pero luego, el Presidente habló de Dios y dijo que los jóvenes “no creen en Dios, porque no le conocen”.

En efecto, es difícil “conocer a Dios” cuando lo que los jóvenes y la sociedad escuchamos más frecuentemente de noticias o gente religiosa, son a veces más regaños morales, pleitos internos o hasta escándalos políticos y de delitos.

Pero un mensaje con la congruencia y valor de esta familia sin duda aporta algo diferente y que puede ser enriquecedor para nuestra sociedad.

Al final, se sea ateo o religioso, se crea o no en dios, se tenga una religión o no, la fe y sentido de propósito de la familia Mercado es admirable por su congruencia y puede haber una lección de vida para todos.

Afrontémoslo. La barbarie que nos rodea en el país no sólo amenaza con quitarnos la vida, sino también siendo más grave aún, la esperanza, la civilidad, la humanidad.

La violencia que se vuelve cotidiana, nos acostumbra, nos insensibiliza, nos endurece, nos arrastra.

Pero nada bueno nos dejará contagiarnos de la violencia, llevándola también a nuestras palabras, a nuestros pensamientos, a nuestras conductas.

Balas, sangre, corrupción, odio, temor y rencor parecen ser el pan nuestro de cada día tristemente hoy en México. Y son cadenas sucesivas de eventos y reacciones difíciles de romper.

Por naturaleza, el odio engendra más odio. El amor produce más amor. Pero producir amor cuando deberías de dar odio, es algo extraño e inusual que por lo mismo cuando se produce tiene el potencial de cambiar las dinámicas destructivas.

“Vence con el bien el mal” es de hecho una famosa máxima bíblica y quizás por eso la familia Mercado actuó por naturaleza con esa sorprendente actitud viviendo de lleno su fe.

Lo cierto también es que si los mexicanos estamos volteando más hacia lo “divino”, es quizás porque lo “humano” nos ha dejado profundamente decepcionados, pero cómo expresó la novia de Jorge, los culpables del asesinato deben ser castigados y esto es algo que ya tiene que parar.

Definitivamente esto ha marcado a todo el país y espero en Dios que esto de la inseguridad se pare, porque no es justo."

3 comentarios:

emi licona dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
emi licona dijo...

jovenes necesitamos urgentemente un cambio en nuestras vidas.. solo Dios puede hacerlo .. cambiemos con nuestra actitud las kosas.... no sigamos haciendo lo mismo pues ya conocemos los resultados porke actualmente los delincuentes son jovenes....!!! solo kn Dios se levantara una generacion diferente.. y estoy segura que El asi lo hara..Dios siga bendiciendo esta familia.. bendiciones a todos.. y oremos por nuestras autoridades... :)

Unknown dijo...

Respecto a la decepción que tenemos como ciudadanos de nuestro país, sólo me gustaría repetir otra "máxima" cristiana: Maldito aquel que confíe en el hombre

Ésta significa que si únicamente pones tu confianza en las capacidades humanas, encontrarás que siempre hay un motivo para la decepción, la tristeza y la incongruencia. Por eso sólo debes y tienes que confiar en Dios.

Yo sé que nunca dejo ver mi vena creyente en la mayoría de las cosas que escribo; pero trato en la medida de lo posible, enseñar, aprendiendo con humildad que nadie sabe todo y todos somos iguales.

Te mando un saludo, y me gustaría decir que este es un excelente post.

Saludos

P.D.
Ser cristiano y confiar en Dios no signidica que dejaras que todo se te resbale. Que aguantes todo sin hacer nada al respecto, al contrario, tu responsabilidad es aún mayor.

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