ENEMIGO ÍNTIMO (O EL DÍA EN QUE TODOS NOS VOLVIMOS PAPARAZZI)

RESUMEN:

  • Aprueban legislación de protección de datos
  • En México es tarde; bases de datos se venden
  • En todo el mundo, con la Red, la privacidad es un tema
  • Ciudadanos debemos ser los más interesados

El Senado de la República aprobó el martes pasado un paquete de reformas legales para la protección de los datos personales de los ciudadanos.

Buena medida, sin duda, aunque ¿no será demasiado tarde, quizás?

Y es que el diario El Universal publicó el pasado lunes 19 de abril la nota de que presuntas bases de datos del registro del IFE, teléfonos de TELCEL, licencias de conducir y estados de cuenta de varios bancos se venden ya abiertamente en Internet y en lugares como el Barrio de Tepito en el DF.

Eso, apenas unos días después de que millones de mexicanos se tuvieran que registrar en el RENAUT, el registro nacional de teléfonos celulares (Telefonía Móvil), bajo amenaza de que les cortarían la línea, y a pesar de que, según las encuestas, la mayoría temía por el manejo que se hará de sus datos.

Además, mientras a los ciudadanos se les exigía cumplir la Ley, quien no la cumplió fue la propia COFETEL, autoridad regulatoria del tema, quien estaba obligada a emitir previamente un Reglamento, precisamente para normar el uso que tendrán esos datos privados.

Mientras tanto, en la prensa y los medios de comunicación, fue sintomático que algunos comunicadores y analistas apoyaban insistentemente, como si fuera por consigna, que los ciudadanos debíamos de cumplir la Ley y registrar nuestro número celular.

Algunas voces, no obstante, criticaron las garantías que el gobierno mexicano podía o no dar a la información confidencial de sus ciudadanos.

Al final, fue, precisamente la publicación en El Universal lo que hizo que ciertos sectores y el propio Gobierno tomaran más en serio el tema de la privacidad, al menos en el discurso.

Algunos analistas incluso recularon de su apoyo inicial al RENAUT (tal como Leo Zuckermann, analista político, por ejemplo, quien en su columna del diario Excélsior se lamentó de haber apoyado la medida y criticado a los ciudadanos que se negaban a registrarse, tras haber visto la información periodística).

Tras el reportaje de la periodista María de la Luz González en El Universal, el Gobierno, por su parte, salió a expresar que el CISEN y la PGR estaban ya investigando la presunta venta de datos, luego de enterarse por el diario.

Lo cierto, es que presuntas ventas así no deberían de sorprender ni a gobernantes ni a analistas, como al parecer, no sorprenden a la población, sino al contrario, refuerzan su percepción del riesgo que hay para el manejo de sus datos en México.

De hecho, ya en el 2002, se había encontrado que el padrón electoral mexicano estaba a la venta, no en México, sino incluso en el extranjero, a manos de la compañía estadounidense Choicepoint. Los datos de los mexicanos en el padrón fueron vendidos a agencias de seguridad en ese país.

No obstante, no sólo en México, sino también en el propio Estados Unidos, y en el resto del mundo, el tema de la privacidad está siendo un gran desafío en estos momentos.

Mientras algunos luchan por cuidar el uso de sus datos personales, las nuevas herramientas de comunicación y tecnología están permitiendo que cada vez más gente comience a exponer sus datos privados de manera usual.

Así, las nuevas generaciones no sólo están creciendo con la idea de no cuidar su intimidad sino al contrario, con la obligación y presión para cada día exponerla más, pues de eso pareciera tratarse el mundo actual.

Casos como el del secuestro y muerte del joven Fernando Martí (que causaron revuelo en el país) evidenciaron también lo que a los ojos de muchos era obvio: las redes sociales en Internet pueden ser también una muy completa y actualizada base de datos para secuestradores y criminales.

El “Efecto Capullo” es ya el nombre como se conoce a la creencia (frecuentemente errónea) de que lo que se publica en Internet o redes sociales, no es público o estará al alcance de todos.

No sólo los jóvenes padecen de él (aunque sin duda allí es donde ha incubado fuertemente); hace unos meses, por ejemplo, se dio incluso el caso de que la esposa ¡del jefe del servicio secreto británico! John Sawers puso en aprietos a su marido tras publicar información familiar privada.

En México, los casos del hijo del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador o del Ministro de la Corte Genaro Góngora son conocidos y son sólo dos ejemplos de personas que han descubierto que “cerrar” un perfil a sus “amigos” no evita que la información pueda seguir siendo pública.

Entre tanto, empresas como Google, Facebook y Microsoft cada día generan más polémica por sus políticas de privacidad (que más bien parecen antiprivacidad).

De entrada, este tipo de herramientas vienen casi siempre “abiertas” “por default” y uno tiene que ser muy hábil para estar leyendo la “letra chiquita” de los contratos en materia de privacidad y para andar restringiendo opción por opción, los datos que uno quiera cuidar más.

Así, si un usuario es nuevo y no muy hábil en estos programas, es muy seguro que dejará abiertos sus permisos para compartir sus datos más privados en Facebook o sus documentos personales en Windows Live de Microsoft, por ejemplo.

Sin embargo, aún si un usuario es muy hábil y responsable al cuidar su privacidad, la mayoría de estas compañías brindan cada día menos opciones para hacerlo.

Google, por ejemplo, ha admitido que guarda los datos de navegación y búsqueda, de sus usuarios no por días, meses o años, sino por tiempo indefinido.

Es decir, al conectarse por ejemplo a Gmail, la empresa no sólo sabe (porque te lo indica) desde que dirección de IP se conecta uno, sino que al estar escribiendo un correo electrónico uno puede notar que de repente aparecen anuncios tan “personalizados” que hablan de las situaciones que uno puede estar viviendo en ese momento.

¿Cómo lo sabe Google? Porque lee nuestros mails y sus palabras clave. No, directamente, es lo que ellos dicen, sino que por “robots” que van detectando palabras importantes y uniéndolas a nuestro “perfil” en el archivo.

Si uno, además, usa el buscador de Internet de Google estando conectado con ese usuario, la compañía añade al “archivo” de ese usuario todas las palabras o conceptos que hayamos buscado aun en lo más recóndito de nuestras recámaras y las mantendrá indefinidamente guardadas en nuestro “perfil”, aun cuando nosotros ya ni nos acordemos.

Esa información puede ser entregada por ejemplo al Gobierno de Estados Unidos, ya que como es una empresa estadounidense, tiene que someterse a la “Ley Patriota” que creó el Gobierno de Bush.

En México, la legislación que aprobaron los Senadores establece que los datos personales sensibles sólo podrán ahora guardarse y manejarse (por ejemplo, por empresas) por el consentimiento expreso y escrito del titular.

Bueno, digamos mejor que más vale tarde que nunca. Pero aún falta mucho por hacer, y debemos ser los ciudadanos los principales interesados en luchar y buscar nuestra protección y la de nuestros datos.

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